lunes, 24 de marzo de 2014

Enfoques Teóricos.




Aquellos que nos dedicamos al estudio religioso de Mesoamérica nos enfocamos en la metodología de la historia de las religiones, correspondiendo a nuestro segundo método de investigación. De manera sistemática se buscan no sólo las estructuras significativas sino también instaurar los hechos en su recorrido histórico y entenderlos en su contexto histórico, articulando dos enfoques teóricos de las religiones:
• La ciencia de las religiones. Instituida por Max Müller en 1867, la definió como aquella que estudia el hecho religioso tal como se muestra en la historia. Estos hechos religiosos son las diversas manifestaciones que han dejado los seres humanos de su aprendizaje de lo sagrado, es decir, los mitos, los ritos, los símbolos, las imágenes, las piezas sagradas, las edificaciones religiosas, las obras pictóricas, entre otras; lenguajes humanos referentes a la experiencia de lo sagrado (De la Garza, s/f: 1-2).
• La fenomenología de la religión. Entre sus representantes se encuentran Michel Meslin, Mircea Eliade y Gerard van der Leeuw. Esta posición teórica tiene como principio encontrar en la diversidad de los fenómenos religiosos, de todas las culturas, estructuras significativas comunes, a través de un estudio comparativo, cuyo objetivo es efectuar una extracto, para lograr el entendimiento del hecho religioso (De la Garza, s/f: 2). Con la fenomenología de la religión se pretende ir más allá de las estructuras que investigan el núcleo propio del hecho, de la manifestación y del fenómeno religioso en la civilización de El Tajín o en los sucesos individuales; es decir, mirar hacia la presencia o la cognición de lo sagrado de los antiguos pobladores. Este último aspecto se mueve en espacios, tiempos, objetos, sujetos, entidades y esencias; ya que todos están vinculados con rituales y simbolismos propios del sistema religioso.
La religión mesoamericana fue la estructuración, distribución y organización de la existencia, a través de fases profundas del estilo de vida del ser humano, que conectaban a los individuos con algo que se le aparece como definitivo y valioso. Tales fases fueron cambiantes no sólo con las situaciones y condiciones, sino también de acuerdo con las culturas. En cuanto a la aportación de la fenomenología de la religión y el análisis histórico, Meslin (1978: 157) nos dice que la primera contribuye a la afirmación fehaciente de la creación del hecho religioso, que hay que considerar en sí mismo, y le asegura que todo fenómeno religioso desborda las fronteras de su tiempo y de su espacio, en la medida en que expresa una base trascendental. Pero sólo el estudio histórico permite entender y desarrollar la decisión del ser humano por tal o cual forma religiosa, así como los argumentos de esa opción en función de un período histórico y de una sociedad particular.
De esta forma, a partir de la ciencia de las religiones y la fenomenología de la religión me interesa describir y comprender el hecho y la manifestación religiosa en su conjunto; ordenando sincrónicamente los datos de la historia, sistematizando y clasificando sus expresiones, y describiendo lo sagrado tal como se encuentra en las diferentes manifestaciones de su historia específica. Así, el primer paso en la metodología será la descripción del hecho y la manifestación religiosa, y el segundo paso consistirá en la interpretación, teniendo en cuenta que la religión es un fenómeno humano original y específico, desde el encuentro del ser humano con las deidades y con una reciente situación de la realidad, es decir, lo sagrado. A partir de estos enfoques teóricos, es necesaria la utilización de un método comparativo. Éste se concibe como la estructuración u organización de una correlación ordenada y sistematizada de las expresiones del hecho religioso que se estudia, efectuando análisis diacrónicos y sincrónicos, así como crítica de fuentes, para tratar de explicarlo con la mayor probidad asequible y disminuir a síntesis las manifestaciones que tienen en común o usuales. El método permite vincular aquellos datos que son diferentes, pero sin aislarlos de su realidad espacio-temporal. Se han de establecer las similitudes, así como las desigualdades, con el objetivo de encontrar la estructura significativa que los mantiene (De la Garza, s/f: 4-5).
Las obras escultóricas y pictóricos son pruebas directas de que se estableció un tipo de ritual de sangre -ya sea decapitación o extracción del corazón y como una disposición final del individuo, como es el caso del desmembramiento- en un período arqueológico determinado. De igual manera nos muestran para un tiempo concreto como fue el hecho y la manifestación religiosa, permitiendo por ejemplo registrar dioses, energías divinas y eventos como el autosacrificio, un suceso del cual no quedan huellas en el resto óseo. La metodología de investigación propuesta por las disciplinas antes mencionadas, proporcionará en su conjunto alcanzar los objetivos en torno a lo religioso, efectuando observaciones, interpretaciones y análisis rigurosos de las obras de arte. Un conjunto de métodos que nos permitirán encontrar en la realidad social, la explicación “verdadera” de los sucesos culturales, empleando la investigación y comprobación habitual a todas las ciencias, es decir, la documentación.

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