Aquellos
que nos dedicamos al estudio religioso de Mesoamérica nos enfocamos en la
metodología de la historia de las religiones, correspondiendo a nuestro segundo
método de investigación. De manera sistemática se buscan no sólo las estructuras
significativas sino también instaurar los hechos en su recorrido histórico y
entenderlos en su contexto histórico, articulando dos enfoques teóricos de las
religiones:
•
La ciencia de las religiones. Instituida por Max Müller en 1867, la definió como
aquella que estudia el hecho religioso tal como se muestra en la historia.
Estos hechos religiosos son las diversas manifestaciones que han dejado los
seres humanos de su aprendizaje de lo sagrado, es decir, los mitos, los ritos,
los símbolos, las imágenes, las piezas sagradas, las edificaciones religiosas,
las obras pictóricas, entre otras; lenguajes humanos referentes a la
experiencia de lo sagrado (De la Garza, s/f: 1-2).
•
La fenomenología de la religión. Entre sus representantes se encuentran Michel
Meslin, Mircea Eliade y Gerard van der Leeuw. Esta posición teórica tiene como
principio encontrar en la diversidad de los fenómenos religiosos, de todas las
culturas, estructuras significativas comunes, a través de un estudio
comparativo, cuyo objetivo es efectuar una extracto, para lograr el
entendimiento del hecho religioso (De la Garza, s/f: 2). Con la fenomenología
de la religión se pretende ir más allá de las estructuras que investigan el
núcleo propio del hecho, de la manifestación y del fenómeno religioso en la
civilización de El Tajín o en los sucesos individuales; es decir, mirar hacia
la presencia o la cognición de lo sagrado de los antiguos pobladores. Este
último aspecto se mueve en espacios, tiempos, objetos, sujetos, entidades y
esencias; ya que todos están vinculados con rituales y simbolismos propios del
sistema religioso.
La
religión mesoamericana fue la estructuración, distribución y organización de la
existencia, a través de fases profundas del estilo de vida del ser humano, que
conectaban a los individuos con algo que se le aparece como definitivo y
valioso. Tales fases fueron cambiantes no sólo con las situaciones y
condiciones, sino también de acuerdo con las culturas. En cuanto a la
aportación de la fenomenología de la religión y el análisis histórico, Meslin
(1978: 157) nos dice que la primera contribuye a la afirmación fehaciente de la
creación del hecho religioso, que hay que considerar en sí mismo, y le asegura
que todo fenómeno religioso desborda las fronteras de su tiempo y de su
espacio, en la medida en que expresa una base trascendental. Pero sólo el
estudio histórico permite entender y desarrollar la decisión del ser humano por
tal o cual forma religiosa, así como los argumentos de esa opción en función de
un período histórico y de una sociedad particular.
De
esta forma, a partir de la ciencia de las religiones y la fenomenología de la
religión me interesa describir y comprender el hecho y la manifestación
religiosa en su conjunto; ordenando sincrónicamente los datos de la historia,
sistematizando y clasificando sus expresiones, y describiendo lo sagrado tal
como se encuentra en las diferentes manifestaciones de su historia específica.
Así, el primer paso en la metodología será la descripción del hecho y la
manifestación religiosa, y el segundo paso consistirá en la interpretación,
teniendo en cuenta que la religión es un fenómeno humano original y específico,
desde el encuentro del ser humano con las deidades y con una reciente situación
de la realidad, es decir, lo sagrado. A partir de estos enfoques teóricos, es
necesaria la utilización de un método comparativo. Éste se concibe como la
estructuración u organización de una correlación ordenada y sistematizada de
las expresiones del hecho religioso que se estudia, efectuando análisis
diacrónicos y sincrónicos, así como crítica de fuentes, para tratar de
explicarlo con la mayor probidad asequible y disminuir a síntesis las
manifestaciones que tienen en común o usuales. El método permite vincular
aquellos datos que son diferentes, pero sin aislarlos de su realidad
espacio-temporal. Se han de establecer las similitudes, así como las
desigualdades, con el objetivo de encontrar la estructura significativa que los
mantiene (De la Garza, s/f: 4-5).
Las
obras escultóricas y pictóricos son pruebas directas de que se estableció un
tipo de ritual de sangre -ya sea decapitación o extracción del corazón y como
una disposición final del individuo, como es el caso del desmembramiento- en un
período arqueológico determinado. De igual manera nos muestran para un tiempo
concreto como fue el hecho y la manifestación religiosa, permitiendo por
ejemplo registrar dioses, energías divinas y eventos como el autosacrificio, un
suceso del cual no quedan huellas en el resto óseo. La metodología de investigación
propuesta por las disciplinas antes mencionadas, proporcionará en su conjunto
alcanzar los objetivos en torno a lo religioso, efectuando observaciones,
interpretaciones y análisis rigurosos de las obras de arte. Un conjunto de
métodos que nos permitirán encontrar en la realidad social, la explicación
“verdadera” de los sucesos culturales, empleando la investigación y
comprobación habitual a todas las ciencias, es decir, la documentación.
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