El símbolo es una realidad no empírica al cual el ser humano le da un
significado, que sólo adquiere una existencia en el momento que actúa en una
sociedad. El pensamiento simbólico es el que permite comprender el sentido de
las formas religiosas, el mito y el rito.
El símbolo se orienta a la existencia, donde sólo ella puede existir en
correspondencia con el cosmos. De la Garza (2003: 16-17) nos dice que los
símbolos se cuentan entre las hierofanías más trascendentales; componen el
lenguaje al que el ser humano ha recurrido para significar la experiencia de lo
sagrado, porque esta experiencia es básicamente vivencial, incomprensible,
calificativa; es una manera de aprehender la existencia substancial o última de
las cosas, la cual se expresa de una forma contrapuesta y por consecuente, no
puede manifestarse en conceptos. De acuerdo a la autora (2003: 17), la religión
usa el lenguaje simbólico porque es la manera más rica de expresión y la más
idónea para comunicar significados no conceptuales. El símbolo es la único modo
de manifestar la otra realidad, aquella que está más allá de la concreción
histórica y de la reflexión discursiva; esa realidad que corresponde al mundo
de la espiritualidad.
Eliade (1996: 128-135) puntualiza que son seis las características que
definen al símbolo religioso:
1)
Puede revelar una particularidad de lo real o una estructura del mundo que no
es tangible en el nivel de la experiencia próxima. En el primer aspecto, un
ejemplo sería el simbolismo del agua, que puede expresar lo confuso, lo
preformado, lo factible. En el segundo aspecto, como una estructura del mundo.
El ejemplo sería el del árbol cósmico, ya que es un símbolo que revela el mundo
como un conjunto activo, que habitualmente se renueva a sí mismo y que, por
ello, es siempre productivo, próspero e ilimitado.
2)
Para las sociedades pasadas, los símbolos son siempre religiosos porque se
dirigen a algo existente o a la estructura del mundo. Lo vital, lo revelador y
lo enérgico, equivale a lo sagrado.
3)
Tiene una consecuencia el hecho de revelar diversos significados. En este
sentido permite al ser humano hallar una cierta unidad en el mundo, y al mismo
tiempo, encontrar su propio sitio como parte integral de él.
4)
Expresa situaciones paradójicas. El pasaje de una manera de ser a otra
diferente, pasar de este mundo al otro, de la tierra al infierno o al cielo, o
de una forma profana de existencia a otra sacra.
5)
Tiene un valor existencial. Los símbolos revelan el hecho de que las
manifestaciones del espíritu son al mismo tiempo expresiones de vida y por ello
intervienen concisamente en la vida humana.
6)
Su multivalencia, ya que debe tener la capacidad de expresar simultáneamente
diferentes sentidos que no pueden ser aprendidos a través de una experiencia
inmediata. Así por ejemplo, el simbolismo de la luna puede significar la
muerte, la resurrección, el principio femenino, el crecimiento de las plantas,
el agua, entre otras.
Sintetizando, se pueden realizar algunas especificaciones generales del
símbolo: es el lenguaje simbólico de la experiencia de lo sagrado; alude
siempre a algo que no está presente pero existe; puede estar detrás de una
palabra o imagen; representa identidad; es el papel orientador de una sociedad
y puede tener diferentes tipos de significados de acuerdo a una sociedad.
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