En las sociedades prehispánicas se crearon dioses para cada fenómeno
natural o climático ya sea relámpago, lluvia, viento y fuego, entre otros, a
los cuales se les rendía culto, buscando cubrir las necesidades básicas del ser
humano; naciendo con ésto el ritual y el sacrificio, dos aspectos que
obtuvieron mayor notabilidad en la religión de la civilización de El Tajín. El
rito era un acto que consistía en fiestas y ceremonias, donde el ser humano
significaba de forma perceptible su riqueza espiritual y entraba en relación
con ese complejo mundo sagrado integrado por los dioses y que el ser humano
creía como divino. Las fuerzas sobrenaturales así como los dioses son entidades
sobrenaturales, siendo caracterizado las primeras como impersonales y los
segundos por ejecutar, por su voluntad, un ejercicio efectivo sobre el mundo
manifiesto. A su vez, por tener una personalidad parecida a los seres humanos
como para entender las expresiones, manifestaciones y comportamientos de éstos,
y con un propósito susceptible de ser perturbado por las acciones humanas
(López Austin, 1998: 5-17). En las sociedades mesoamericanas el rito era
determinado por las tradiciones y por la elite, donde se buscaba que los
dioses, debido a sus características generosas y bondadosas, proporcionaran los
mecanismos para prevenir sequías, aguaceros, plagas; beneficiaran las cosechas
y protegieran los edificios. También el rito estuvo encaminado al
restablecimiento del orden cósmico, la reunión de los dioses con el ser humano,
honrar a los muertos y conocer cuáles eran los designios divinos con el mundo. Los rituales están
constituidos por expresiones verbales y corporales, pero sólo adquieren
significado y responden a la creencia de que los dioses lo instauraron en el
momento de la creación y más tarde, se los enseñaron a los primeros seres
humanos. Por ello entonces, los rituales se tiene que seguir un orden
preestablecido con una conducta pausada, pero sin embargo hay una cierta
flexibilidad:
…para el hombre religioso intervienen en el rito
potencias sagradas, como pueden ser dioses o principios generales del cosmos, y
el ritual actúa sobre y a través de ellas, lo cual no significa que no posea
fuerza propia puesto que existen además otras potencias sui generis que el rito moviliza por sí mismo. Tales fuerzas son
sagradas y contienen el principal poder creador; el rito se reduce a
provocarlas, es decir, a actuar como vehículo intermediario entre los hombres y
los seres sagrados o divinos a los que se dirigen. …el rito religioso es
contingente y suplicante, pues el ser sobre el que se pretende influir tiene la
posibilidad de resistir al rito si no se cuenta con su voluntad, en tanto que
el mágico, debido a que contiene un poder inmanente, es coercitivo (Nájera,
2003: 19-20).
En los rituales los hombres, las mujeres y los niños eran los actores
principales, y los animales, los personajes secundarios, los cuales eran
sujetos a las diversas actividades efectuadas en los espacios civiles y de
culto, dependiendo la festividad a desarrollar. Por último, a manera de resumen
se puede decir que las características que identifican al ritual son: es el
lenguaje simbólico de la experiencia de lo sagrado; es una escenificación del
mito o la palabra; se vincula con el mundo sobrenatural y la existencia; es una
acción simbólica cuya función es introducir al ser humano en el mundo de lo
sagrado; actúa como vehículo intermediario entre los seres humanos y los seres
sobrenaturales; contiene explícita e implícitamente los valores culturales de
una sociedad; son eventos organizados de personas y elementos culturales (tiene
un principio y un fin, un tiempo –períodos determinados- y un espacio –lugares
precisos- preescritos); se tiene que cumplir una serie de normas: quienes
participan, cómo deben ir vestidos y en qué tiempo, y se establecen lazos de
unión entre los participantes, por ende tiene una dimensión colectiva.
Finalmente, el sacrificio humano es la expresión más alta del ritual y el
fenómeno religioso por excelencia. Se necesita una persona preparada sea este
el sacrificante o el sacrificado.
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